COMO ENTRENAMOS A NUESTROS CABALLOS DE TERAPIA
A lo largo del año, recibimos muchas llamadas de gente que nos quieren donar o vender sus caballos por diferentes razones: porque están mayores, porque no pueden competir más o simplemente porque no tienen el suficiente espacio y tiempo para dedicarle, y prefieren que se queden ayudando a quien lo puede necesitar más. Pero, lo que no todos saben es que… ¡Para equinoterapia no vale cualquier caballo!
No solo hace falta que tenga un carácter bueno y dócil. Hay ciertas características físicas que necesitan tener para poder ser un buen caballo de terapia y ayudarnos a cumplir los objetivos propuestos para las actividades de terapia e intervención educativa que ofrecemos.
Entre las características que debe reunir un caballo de terapia, están incluidas la conformación física y anatómica que determinaran el patrón del movimiento del equino. De hecho, para una correcta elección del caballo de terapia hay que tener en cuenta la amplitud del paso, su simetría, cadencia y rectitud, que permitirán también un buen desarrollo de la musculatura del dorso y de la grupa.
Otras cualidades están relacionadas más con el perfil comportamental del animal y su temperamento. Buscamos caballos que no tengan vicios considerados peligrosos, sino que tengan un carácter dócil, sensible y no miedoso: que no se asusten ni con el material que utilizamos en las sesiones de equinoterapia, ni con la multitud de estímulos presentes en el entorno de la hípica.
Es fundamental entrenar a los caballos intentando anticipar las posibles situaciones que podrían ocurrir a lo largo de la sesión. Practicamos con el material y los juegos que utilizamos, como por ejemplo las pelotas con sonidos o el reflejo de las pizarras. También es importante trabajar el acercamiento a la rampa y la aceptación a las transferencias con elementos desconocidos para ellos, como las sillas de ruedas o muletas. También simulamos los movimientos y los sonidos que muchas veces realizan los pacientes de forma involuntaria o inesperada…
El éxito de la terapia se basa no solo en un entrenamiento del caballo para la terapia sino que otro aspecto clave es desarrollar un buen entrenamiento físico, tanto a través de un trabajo pie a tierra, dando cuerda y fortaleciendo la musculatura, como montándolos.
En el trabajo a la cuerda, utilizamos diferentes tipos de rendaje (gogue, riendas sobaqueras, theraband…) intentando buscar una correcta postura del cuerpo del animal, logrando así un calentamiento y fortalecimiento de las fascias del dorso y de la grupa, desarrollando la musculatura abdominal y el cuello, fundamentales para soportar el peso del paciente y de las montas gemelas (dos personas al mismo tiempo: terapeuta y paciente montan juntos). No se trata de dar vueltas en círculo hasta que nos aburrimos, sino de focalizarnos sobre la búsqueda del correcto movimiento del caballo, de la correcta elevación del dorso y la activación de la musculatura abdominal alternando los círculos con rectas o también pasando barras. Gracias a estos tipos de ejercicios controlamos cada día el estado físico y de salud del animal, y a la cuerda, aprovechamos la ausencia de peso del jinete y la acción de su mano.
No todos los caballos que hemos tenido hasta ahora han tenido desde el principio una buena forma física. Por ejemplo, nuestro Bombón llegó a Al Paso con un carente entrenamiento físico, sin saber dar cuerda y con reacciones exageradas a la tralla. Con mucha paciencia y esfuerzo, estuvimos trabajando con él, tanto a nivel físico como a nivel emocional y conductual, logrando así un cambio en este caballo que ahora sabe dar cuerda y sigue las ordenes mediante la voz, convirtiéndose en un caballo excelente para la equinoterapia!
Si queremos conocer mejor a nuestro caballo de terapia y ayudarle en su mantenimiento físico, otro tipo de trabajo que podemos hacer son ejercicios de propiocepción, estiramientos (antes y después cualquier tipo de esfuerzo físico), trabajo de la musculatura estabilizadora, reacciones reflejas…
También puede resultar interesante proporcionar el trabajo en diferentes superficies y tipos de terreno, por ejemplo, en el campo. Este último le viene bien al caballo para que conozca ruidos nuevos, que no suelen estar en entornos que ya domina, como en las hípicas, y también para trabajar en planos inclinados las subidas y las bajadas. Además, al caballo le sirve para desconectar y ofrecerle un enriquecimiento ambiental.
Para mantener un óptimo bienestar de los caballos, tanto a nivel de ejercicio físico como a nivel de cuidados y alimentación, necesitamos la ayuda constante del veterinario, del herrador y de otros profesionales como el dentista y el fisioterapeuta. Nosotras confiamos en los preciados consejos que nos dan estos expertos porque un caballo bien cuidado será un buen caballo de terapia.
Artículo realizado por Elena Enrici
Buenísimo, así se trabaja y se cuida un caballo que nos entrega tanto